De ayeres y rondas se puebla la noche mi noche de agosto mi noche de viento. Ronda ronda ronda siempre la muerte. Hace treinta años tu muerte rondaba. Treinta años y aun recuerdo tu risa de claveles el olor a ruda macho en la hamaca tu laurel tus cuentos tu paso cansino tus ojos locos y llenos. Tus ojos. Quién me amó después. Tal vez ninguno. Ninguno, seguro, con esa impecable consistencia con esa certeza de lealtad. Conocí temprano en una cuna la mirada implacable del amor sin condiciones ni condicionamientos. Qué son ochenta años entre dos almas que se encuentran en el tiempo. Qué son ochenta años qué son treinta de ausencia. Conocí temprano en una cuna la implacable fuerza de tu gesto. Quién me amó después. Ninguno. Es a tu tumba a la que regreso. Tengo otros muertos y sin embargo vos sí te despediste por eso te dejé dormir ...