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Mostrando entradas de octubre, 2018

Domingo

El domingo es ese día indefinible.  Amo la mañana del domingo con la misma fuerza que odio la tarde del domingo. O sea, blandamente, tenuemente. No es la intensidad del odio del domingo por la noche, cuando todo está perdido. El tiempo se moldea en arbitrarias vasijas, inexplicables, incomprensibles. El reloj, el almanaque, los aniversarios. Y el otro tiempo, las dos horas por el campo, la perra corriendo una liebre, la charla en un consultorio desconocido para ir a averiguar lo que ya sabía, la decisión que tarda diez, veinte años en tomarse. En la infancia era regla el domingo no hacer nada. Pero no era una nada de incertezas. Había otro molde que habitar. La misa, el almuerzo, a veces, el cementerio. La vuelta del perro por la plaza. Ahora. Ahora el domingo es explicitar todos los moldes, y pensar fuera del reflejo. Sin pasión, con la extraña pesadez de la incertidumbre, el temblor de estómago de la ansiedad. A la perra de campo que cayó en vida de departamento ayer la saqué al

Exilio

Es mi exilio exilio de los cuerpos de las sombras. Encuentro mi reflejo en los espejos. Encuentro a la que fui y a la que soy. Es una primavera de reencuentros. Suburbio (2011, reversionado)

Suburbio

Sé que soy ese suburbio intransitado, miles de voces se pierden todas me hablan pero me esquivan. Nadie quiere vivir en las afueras. Soy este suburbio, momentáneamente claro y tranquilo, este callejón de palabras. Esta fría descompostura eterna. En Suburbio, 2011

Jueves

Caigo vacía en el roto espejo borrosa imagen absurda el círculo se cierra lento lento lento lento lento y seguro incesante. Estoy afuera, por una eternidad. (Suburbio, 2011)

Hambrienta

Revuelvo la sopa elemental, la pequeña sopa que me envenena, sé que traerá daño pero la hiervo la condimento la pruebo. Y finalmente la tomo. Tomo la sopa elemental, la pequeña sopa que me alimenta, pero no muero, renazo más bien, retorcida en esta descompostura. En Suburbio, 2011 (editado)