En la estela fría de la tarde noche sin luna se escuchan aún destellos de gemidos gritos de guerra o rebeldía gritos de angustia. Se escuchan, bajo el cielo negro, los pasos las palmas los golpes rítmicos las danzas. Se sienten, en el frío, las tiernas voces, los abrazos. Se ven, en la calle, los ojos húmedos los secos las miradas duras del dolor, las miradas fuertes del encuentro. Se puebla de ternura el corazón endurecido, se llenan las manos de otras manos. De risas, también se puebla esta siembra. De risas tiernas.