Hubo luna negra y luna blanca, no hay un día por texto ni un texto por día. Y hay también un espacio hueco, extraño, por el cual el transcurrir se transformó en eso, y lo que cada día traía, o si eso fue registrado o no, no era el momento de decirlo. Por capricho como todo, por necesitar decir, o necesitar callar, o necesitar, a veces, decir simplemente para uno mismo, o decir cosas tan tontas... Y ahí están algunos textos que vendrán bajo otro nombre. No el de luna blanca y luna negra, no el de continuidad o ruptura, no bajo la forma del registro de los días, sino bajo el engaño astuto de la literatura. Hay cosas que se inician para terminarse, otras simplemente para dejarse abandonadas, las que más, se inician para transformarse en otra cosa y aparecer, cuando uno menos se lo espera. Aislamiento, cuarentena, nueva normalidad. De qué hablamos y entonces, a veces mejor callar. A veces es sabio distinguir que uno no tiene nada que decir. Leía una compilación de ensayos filos...