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Mostrando entradas de 2016

el desmonte

El desmonte Herida de hombres se abre la tierra des hi la cha da. Los frutos son insulsos las semillas, máscaras. Herida de hombres se esconde la tierra a mu ra lla da. La pared es de cemento de zapatos, de modernas llantas. Herida de hombres se seca la tierra ex plo ta da. Soja, soja, soja que no alimenta nada. Herida de hombres se desnuda la tierra des mon ta da. La raíz ya no  bebe agua de furia, viento sin alma. En el desmonte, 2016, Verde Olivia Editora Texto Daniela Della Bruna

Noche de frío

Es la vieja espera que late en las entrañas, la vieja y esperanzada espera en la nada de las horas. Es la furia ciega, de la angustia loca, de la amarga lucha, de la ingrata aurora. Es la perpetuidad en caída sucesiva, la eternidad de ayeres, la embriagada juventud, la recaída. Es el corazón fantasma, la herida abierta, son los ojos del perdón que no se abren. Es una lenta purga de incertezas, es el vacío, el dolor, la angustia lenta. El desplazamiento, 2013

Despedidas

¿Es cierto que se suicida este paraje cansado? Revientan sus paredes pobres, se termina el agua, se cubre de sequía todo el pasto. ¿Es cierto que no tengo nada que llevar? Me llevo muchas cosas, sin embargo, en mis pupilas, las sogas podridas de la hamaca, toda una colección de naderías. ¿Es cierto que el camino no tiene carteles ni guías? No se ve una posada cerca, pero no tiene precio dejar la cama corroída. Sucio está el espejo del patio, como todo, también está en ruinas, y sin embargo encierra a una mujer que fui, y que dejo en mi partida. Y en cada espejo del pasado, cada espejo lejano que se ha roto, perdido o fusilado, se quedan mil mujeres en las que alguna vez me he desdoblado. Me quedo un poco en cada uno de esos mundos tiranos, en cada una de esas jaulas, me quedo un poco en cada estrella, un poco en cada prado. Me voy entera, sin embargo, o eso me digo, cuando callo. El desplazamiento, 2013. Daniela Della Bruna

Preludio

Lloro el cansancio de la densa lluvia, de la eterna resistencia, del eterno ataque sin razón. En la polvorosa aurora, se decantaron uno a uno los remolinos de mi sangre, se licuaron mis venas. Ha gemido todo cuartel de invierno, ya no quedan prisas, ni temores. En la última cobardía de no querer más palos, se pregunta el cuerpo apedreado y sin cobijo cuánto falta para que acabe el frío, para que se duerman los músculos, para que se callen los gritos. Cuánto falta para que la piel no se queme, cuánto para dejar de sentir, de rodar por los falsos ríos. El desplazamiento, 2013. Daniela Della Bruna Imagen fuente Freepik Autor: MEHMET DEMIRAY

El retorno de la niña

Se termina octubre como se sucumbe ante un fuego frío, son interminables las noches de recuerdos, son abominables los días sin destino, y es menester en un amanecer perdido comenzar una marcha hacia donde nunca se ha ido, dejar de garabatear promesas en los cuadernos vanos, dejar de amontonar certezas pobres que nunca alcanzarán a aniquilar cobardes bríos. Se suelta de los sueños de la infancia una niña tímida que fue títere de un viento tibio, que no quiso mirar con ojos grandes lo que se chocaba en todos los días sucesivos y que encontró su hora infausta, la hora de ver la verdad sin más suspiros, y tuvo que entender que no mirar era elegir el peor entre todos los caminos. Por eso miró de frente en el espejo unos raros ojos que eran míos, y eligió por una vez no ser cobarde, arrojarse sin redes al vacío.

Te llamarán mujer

Mi vientre no cobija, como otros, al hijo de la sangre, pero mi alma teje con palabras un poema prohibido, es el canto de una voz que pregunta desde el fondo si alguna vez tendrá perdón tanto egoísmo, si es lícito luchar contra el mandato de un cuerpo que está hecho para continuar una raza de perdidos, si no llorará una vieja alguna vez por no haber tenido hijos, si alcanzarán acaso todas las palabras para justificar que he bebido como otros el aire, y que en este mismo suelo he sucumbido. Pero sí, se alborotarán de brisas las ansiadas primaveras, partirá una mujer fuerte en la aurora, sentirá como rasgada su piel de sogas viejas, pero dirá como Elizabeth que no es juguete del destino (¡última vanidad!) y serán tan distintos otros soles, cuando el paso antiguo haya mutado en andar nuevo, y respirará con suerte otros caminos, y olvidará por fin tantas derrotas, escuchará en los campos la mujer viviente, aún, todos los vientos, todos los vientos que apaciguarán tram

La danza tiesa

el rostro herido por los surcos del llanto no tiene explicación en el espejo borroso no hay explicaciones para la furia o el dolor dicen que desde el fondo solo queda subir subir, hacia dónde, los pies no se despegan el piso es un imán insoportable gravedad insoportable gravedad de tumba insoportable asfixia de enterrada viva La violación, tortura y asesinato de Lucía Perez nos rompe irremediablemente, tantas otras, como ella, resuenan en nuestrxs corazones. No puedo escribir nada hoy, solo llorar y recordar otras palabras que he traído para saciar la sed cuando el dolor es tan grande. Pero queda el deber de levantarse, ahora nomás, pelear por ella y por todas. Vivas nos queremos!