Mi vientre no cobija, como otros, al hijo de la sangre,
pero mi alma teje con palabras un poema prohibido,
es el canto de una voz que pregunta desde el fondo
si alguna vez tendrá perdón tanto egoísmo,
si es lícito luchar contra el mandato de un cuerpo
que está hecho para continuar una raza de perdidos,
si no llorará una vieja alguna vez por no haber tenido hijos,
si alcanzarán acaso todas las palabras
para justificar que he bebido como otros el aire,
y que en este mismo suelo he sucumbido.
Pero sí, se alborotarán de brisas las ansiadas primaveras,
partirá una mujer fuerte en la aurora,
sentirá como rasgada su piel de sogas viejas,
pero dirá como Elizabeth que no es juguete del destino (¡última vanidad!)
y serán tan distintos otros soles,
cuando el paso antiguo haya mutado en andar nuevo,
y respirará con suerte otros caminos,
y olvidará por fin tantas derrotas,
escuchará en los campos la mujer viviente, aún,
todos los vientos, todos los vientos
que apaciguarán trampas y extravíos,
todos los vientos que se llevarán todos los ríos.
Estará, otra vez, frente a la muerte,
frente a lo vacuo, frente a lo frío,
frente a la astucia de la vanidad,
frente a la trampa de un tibio nido,
frente al dolor de lo perdido.
pero mi alma teje con palabras un poema prohibido,
es el canto de una voz que pregunta desde el fondo
si alguna vez tendrá perdón tanto egoísmo,
si es lícito luchar contra el mandato de un cuerpo
que está hecho para continuar una raza de perdidos,
si no llorará una vieja alguna vez por no haber tenido hijos,
si alcanzarán acaso todas las palabras
para justificar que he bebido como otros el aire,
y que en este mismo suelo he sucumbido.
Pero sí, se alborotarán de brisas las ansiadas primaveras,
partirá una mujer fuerte en la aurora,
sentirá como rasgada su piel de sogas viejas,
pero dirá como Elizabeth que no es juguete del destino (¡última vanidad!)
y serán tan distintos otros soles,
cuando el paso antiguo haya mutado en andar nuevo,
y respirará con suerte otros caminos,
y olvidará por fin tantas derrotas,
escuchará en los campos la mujer viviente, aún,
todos los vientos, todos los vientos
que apaciguarán trampas y extravíos,
todos los vientos que se llevarán todos los ríos.
Estará, otra vez, frente a la muerte,
frente a lo vacuo, frente a lo frío,
frente a la astucia de la vanidad,
frente a la trampa de un tibio nido,
frente al dolor de lo perdido.
Comentarios
Publicar un comentario