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Mostrando entradas de febrero, 2018

Pantano

Aquí, y no en la sórdida virtud está mi estrella. Aquí, con este barro de inusitada tristeza. Aquí blanden las espadas, lloran las niñas clemencia.

Mutación

Podría justo hoy volverme pájaro, saltar la astucia del resto de la noche atravesar esa mitad del mundo que separa. Podría justo hoy volverme planta hundir en la tierra el gemido de la entraña, esperar bañada de la luna, mojada con el alba. O ser loba de nuevo justo hoy, romper la noche con el aullido en la garganta, beberme ciega toda la pampa desolada.

Otoñal

Parece que me enciendo, poema de la noche, del árbol lentamente me desprendo.

Regresos

Más que en pena ennegrecida esta carencia se transformó en caricia. Arrullo errante y roto aleteo sobre la vereda fría. Anillo de inocencia suave esperanza empedernida. Ay renacer de otro deseo en otra vida. Sonso capricho de volver al vértigo a la lluvia limpia.

Recuerdo

Se han hecho tantas cosas, y el miedo acecha. Acecha, claro, como acaricia el último sol al último llano. Como el fantasma que no había olvidado, en la letanía de la noche, y cuyo terrible rostro volví a ver.

Veintidós de febrero

Llorando el periplo de los aeropuertos el rumbo es un cuerpo inerte en una pampa ardiendo. El cuerpo de mi padre que se fue terriblemente. Un ventanal, un aeropuerto, una montaña. Yo, terriblemente cauta terriblemente sola terriblemente ardiente en carne viva. Ni estómago ni pecho ni garganta ya son míos. Soy huérfana.

Lejanía

Tan lejos, en la tierra que era mía, la tenue caricia de tu mano. Pero aquí, entre mis dedos, solo un latido que se quedó temblando.

Noche de cobranza

Y no llega. Claro que no llega. Ha sido el precio.

Mentiras

El refugio es otra cárcel a su vez, es la rutina, inevitable estorbo de los días, la gente prescindible el sucio barro ese infinito conjunto de detalles que algunos denominan vida.

Miedo

Qué  miedo, constructor de murallas, destructor de jardines. Qué puntual, oscuro miedo.

La mancha

La mancha en la pared se ha ennegrecido, un poco, tal vez, se habrá ensanchado. La mancha en la pared me ha obsesionado, y ya me envuelve esto de esperar sin haber sido. La mancha en la pared parece que se burla, mis ojos son testigos de lo amargo, otro día de otro mes, otro verano manso.

Insistencias

Cuándo la tarde plagada de penumbras no será de nuevo aquella tarde, la llena de alimañas.

Máscaras

Es un techo sobre mi cabeza, un calzado en mis pies, una palabra en mi boca, es, en fin, el teatro vacío de una vida.

Suposición

¿Y si fuera definitivamente expulsada del orden que sostengo, del trabajo, de la casa, de las cosas que me compro, de los sucios trastos viejos?

Desnuda

Será que no es más lunes ni es más martes, que el trajín no ensordece ya la pena.

Igualdad de género y canon literario escolar

La experiencia con el canon literario escolar no escapa a la matriz cultural patriarcal, que desde la historia, la ciencia, el arte, la literatura, la producción de conocimiento y su divulgación, ha pretendido que es el varón quién ha protagonizado los distintos ámbitos y ha hecho avanzar el motor de la historia y la cultura humanas. Parafraseando a Gerda Lerner, es absurdo pensar que la humanidad haya podido hacer cualquier cosa sin contar con la mitad de sus miembros. Sin embargo la operación de invisibilización es sistemática y profunda. Más allá de las obvias dificultades que tenían las mujeres de otras épocas para participar del mundo literario en calidad de autoras, desde el siglo XIX en adelante se consolidó paulatinamente la figura de las escritoras. Nos encontramos con poetas, dramaturgas y novelistas, cuentistas, periodistas, historiadoras. Algunas empezaron a escribir con un nombre masculino, otras eran escritoras fantasmas de algún hombre, a veces el marido. Y otro gru

Secreto

Con qué raros ardores inflamaban sus pechos. Aquellos que se incendiaron en cada tenaz intento. Por qué no se conformaron, cómo vivieron sin miedo.

Edipo

Y aunque me niegue a tener pies, estos caminan la tierra. Soy del mundo.