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Mostrando entradas de diciembre, 2018

Encuentros

Siempre encuentros, para despejar las dudas. Todavía comprobar un poco más en qué lugar estamos. Revisitar la incomodidad la usura con que la propia alma nos cobra los desvíos. La incomodidad sobre todo, ese gran elefante blanco. Los otros, que traen los miedos, traen también los mensajes. Entonces respirar observar por un minuto qué es lo que siento. Pregunta esquiva. Qué es lo que siento. Qué es verdad. Qué es resabio de dolores viejos. Como siempre, otra vez, los encuentros. Para sabernos mejor.

Ciertos días

La luz coloreada   no esconde las sombras. Hay días que tientan a caer pasivamente en la derrota. Pagar viejos pecados con nuevos extravíos.

Preludio

todavía no hay un síntoma físico tal vez un poco de hinchazón pero no hay dolor de pechos ni agitación de vientre un poco de sensibilidad en las muelas un poco de rictus para el rostro una sensación de querer incendiar un cuarto golpearte el rostro ya sé, no hiciste nada grave pero me tranquilizó ese pensamiento golpearte fuerte la nariz un golpe seco que te calles que no me pidas eso que te corras que te quites del medio

Belleza

Una cierta melancolía en la noche buena música buen cine. Una tarde silente de domingo un largo despertar o dormir. Un rostro anguloso un espíritu ¿qué es la belleza? Esa mujer que susurra con la brisa y cruza el puente. Esa perra que mira atenta a través del cristal. El hambre feroz del día quince de la luna. Las cosas simples.

Simple

La luna no siempre contendrá tus ojos, pero ese gato en la hierba me recuerda qué simples pueden ser las cosas. ¿Tendrá olas el mar de la amargura? No. Solo esa contractura de la tarde en la cama sin sueño ni descanso con los ojos fijos en la nada. No. Tal vez la resignada variación de ese pensamiento recurrente. La lluvia estancada en la banquina. Y sin embargo la perra en el sillón me gruñe un poco para recordarme qué simples, en definitiva, son las cosas.