La luna
no siempre
contendrá
tus ojos,
pero ese
gato
en la hierba
me recuerda
qué simples
pueden ser
las cosas.
¿Tendrá olas
el mar de la
amargura?
No.
Solo esa
contractura
de la tarde
en la cama
sin sueño
ni descanso
con los ojos
fijos en la
nada.
No.
Tal vez
la resignada
variación
de ese
pensamiento
recurrente.
La lluvia
estancada
en la
banquina.
Y sin
embargo
la perra en
el sillón
me gruñe un
poco
para
recordarme
qué simples,
en
definitiva,
son las cosas.
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