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Mostrando entradas de febrero, 2017

Geografías

Mitad pampa, mitad montaña, mitad esquirla de un padre intenso, mitad caricia de madre clara. Mitad abierto cabalgar por el llano, mitad subida entre el arroyo, despacio. Mitad fogueo, mitad espasmo. Risa, silencio, agua en la roca. Mitad tormenta de verano, mitad nevada blanca, silencio acampanado. Mitad lluvia, trueno, mitad rayo. Mitad sombra del sol por el cerro recortado. En Caleidoscopio, 2014 Texto: Della Bruna

Concierto

El viento, en la sorda noche hace la percusión de esta sonata. Atroz la luna, desata el tiento amargo de la brutal maraña. Una tormenta inacabable galopa feroz dentro del alma. En Caleidoscopio, Editorial Remitente Patagonia, 2014 Texto: Daniela Della Bruna

Te llamarán mujer

Mi vientre no cobija, como otros, al hijo de la sangre, pero mi alma teje con palabras un poema prohibido, es el canto de una voz que pregunta desde el fondo si alguna vez tendrá perdón tanto egoísmo, si es lícito luchar contra el mandato de un cuerpo que está hecho para continuar una raza de perdidos, si no llorará una vieja alguna vez por no haber tenido hijos, si alcanzarán acaso todas las palabras,  para justificar que he bebido como otros el aire,  que en este mismo suelo he sucumbido. Pero sí, se alborotarán de brisas las ansiadas primaveras, partirá una mujer fuerte en la aurora, sentirá como rasgada su piel de sogas viejas, dirá como Elizabeht (última vanidad) que no es juguete del destino, y serán distintos otros soles, cuando el paso antiguo haya mutado en andar nuevo, y respirará con suerte otros caminos, y olvidará por fin tantas derrotas, escuchará en los campos la mujer viviente, aún, todos los vientos, todos los vientos que apaciguarán trampas y ex

Sucesión de los vientres

I Bajo sus pies la tierra que llaman virgen, la tierra co lo ni za da. Ella, endurecida, cuerpo que ha dado hijos cuerpo co lo ni za do. II La hija del encierro del hombre del vientre atropellado de una madre involuntaria. Ella, ahora, madre también involuntaria se irá con otro hombre, dispondrá el vientre para otros hijos. III Agua tibia amarga la contiene la alimenta la rechaza. El grito de su madre la despierta después de tanta lucha. En el mundo, unas manos ásperas la toman. No el grito no las agrias tempestades del cuerpo que no la amaba. IV Deseada, acariciado el vientre que la carga. Dormida, el silencio era su sombra. Nació sin lucha bebió la sombra la negra pulcritud de antiguas muertes. V De este vientre no saldrá más que sal. En el desmonte, 2016, verde olivia editora. Texto Daniela Della Bruna

Herencia

Mi padre tiene un huerto y un jardín de flores en medio de la inmensa pampa. Alrededor yerma llanura hasta el extremo cultivada. Arriba un ruido cegador el monte que se apaga. Al sur se abre la tierra deshilachada. Gas, petróleo, oro, soja. Mi perra corre plena por un arroyo en la montaña. Mi abuelo ponía un poncho en el alambre para saltar la trampa de la estancia. Hambre, celular, el diario de mañana. Mi padre sabe lo que es esperar un mes por una carta. Celulitis, botox, menstruación azul en la brutal propaganda. La abuela bordaba a mano vestidos de novia, trajes de comunión, y enseñaba a coser a las recién casadas. Trabajo, juventud artificial, cóctel de cremas, pastillas varias. Teje, teje, teje, mi madre en los recuerdos de mi infancia. Amasa el pan, revuelve el dulce y canta. Macrobiótico vegano semilla con patente pollo de granja. Siembra, siembra, siembra mi padre ronda la tierra, parece que le habla. Se enmud