Brunilda y Krimilda
Las princesas vengadoras
Antes de que se cristalizara en
la literatura para niñxs la imagen de las princesas buenas, sumisas y hermosas,
antes incluso que las novelas de caballería establecieran el ideal de mujer que
espera con gracia y silencio las hazañas de un héroe que es dueño del mundo,
hubo otras mujeres en la literatura que quedaron sin rescate, conocidas por
menos personas y atrapadas en la torre del olvido o del academicismo por no
representar con transparencia lo que se espera de una mujer. Pero allí están,
listas para gritar desde los márgenes, que la fuerza y la acción no tienen
solamente nombres masculinos.
Particularmente interesantes son
Brunilda y Krimilda, las dos heroínas del Cantar de los Nibelungos, el poema
épico medieval germano. Si bien el héroe de este poema es Sigfrido, la novedad
que trae con respecto a la poesía épica medieval este texto es la de presentar
a una mujer como protagonista de gran parte de la historia, una segunda parte
que comienza a partir de la muerte del héroe, que será vengado por su esposa,
Krimilda, heredera del oro de los nibelungos.
Pero la historia comienza con
otra mujer, Brunilda, la reina de Islandia. Dueña de una fuerza descomunal,
Brunilda decidió no dar su mano en matrimonio, excepto al hombre que pudiera
vencerla en combate. La codiciada mujer vencía a sus pretendientes sin excepción,
tras una serie de pruebas de fuerza, destreza, velocidad que se diseñaban para
cada desafío. Ghunter, un príncipe burgundio, se obsesionó con la reina, pero
se sabía incapaz de vencerla, por lo que pidió ayuda al invencible Sigfrido,
quien bañado con sangre de dragón se había convertido en invulnerable. Esta
ayuda le garantizaría al héroe la mano de Krimilda, hermana de Ghunter.
Ghunter ganó la mano de la
esquiva reina haciendo trampa. La serie de desafíos que tuvo que enfrentar
fueron vencidos gracias a la intervención de Sigfrido, quien con su capa de
invisibilidad, resolvía las tareas sin que nadie lo notara, haciendo que
Ghunter ganara una carrera de postas en un tiempo imposible. Vencida por la
evidencia de su derrota, Brunilda se casó en una boda doble, la otra pareja era
la formada por Sigfrido y Krimilda. Pero su fuerza estaba intacta, y se negó a
consumar su matrimonio, imponiéndose a su marido, que era incapaz de vencerla.
Nuevamente, el hombre recurrió a su nuevo cuñado, quien haciendo uso de la capa
de invisibilidad entró al lecho nupcial e inmovilizó a Brunilda, permitiendo
que su marido consumara el matrimonio. Este hecho le quitó para siempre la
fuerza descomunal a Brunilda. Una historia de sometimiento, sin lugar a dudas,
pero también una historia que muestra a una mujer demasiado fuerte para ser
vencida de no haberse utilizado un artilugio, la evidencia del pacto entre
hombres para el sometimiento de las mujeres. Brunilda será insultada por su
cuñada, y su venganza desencadenará la muerte de Sigfrido, gracias a la mano de
un traidor, Hagen, y de la connivencia del mismo Ghunter.
Krimilda es su contracara. Una
princesa orgullosa de su esposo, amante y dedicada, que lo hace caer en una
trampa mortal por orgullo, cayendo en todos los errores tácticos de la mujer
cristalizada en el lugar pasivo y doméstico. Pero entonces, sus acciones
desencadenan el caos y ella se transforma. A partir de la muerte de Sigfrido,
Krimilda toma el protagonismo de la historia y nos muestra una mujer impensada.
No es la mujer rebelde que ha sido sometida, sino la mujer ingenua que
despierta a su poder. Abandona a su hijo con sus suegros, negándose a volver a
verlo y se ocupa, pacientemente, de observar la situación política de su país,
sabiendo que sus hermanos y principales tenientes tuvieron que ver con la
muerte de su esposo, vuelve a vivir con ellos, en un largo luto cargado de
estrategias. Se gana aliados gracias a su riqueza, y espera pacientemente la
oportunidad para su venganza.
Un medio para un fin encuentra
Krimilda en el pedido de matrimonio nada menos que de Atila, el Huno, que
después de enviudar escucha sobre la belleza de la princesa y manda por ella.
Acepta, no sin antes hacer prometer lealtad a sus oficiales.
Años después organiza un banquete
e invita a sus hermanos y al autor de la traición hacia su marido. Todo el
ejército burgundio en sus tierras, en sus manos. Y allí desata la aniquilación
total de sus enemigos, matando con sus propias manos al traidor.
Ella es quien termina con los
burgundios sobre la tierra.
El poema data del 1200, y tiene
posteriores reescrituras en el marco de la literatura cortesana propia del
cristianismo germánico, también inspiró la ópera de Wagner, El anillo de los nibelungos y hay
reminiscencias en El señor de los anillos.
Krimilda y Brunilda funcionan en
espejo, la fuerza sometida, y la fuerza desatada. Personajes literarios
interesantes para rescatar hoy, una época donde sobran los estereotipos en los
relatos masificados.
Comentarios
Publicar un comentario