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Personajes femeninos, Stella Gibson de The fall


La serie The fall, emitida entre 2013 y 2016 presenta uno de los personajes femeninos más contundentes de los últimos años y da cátedra sobre el tratamiento de los temas de violencia desde la perspectiva de género.

Stella Gibson, interpretada por Gillian Anderson, no es la típica detective novata o en sus treintas, con un expediente brillante pero a punto de darse el golpe de su vida en un periplo pedagógico y condescendiente, en manos del propio criminal que está persiguiendo. Ella no es Clarise.

Muy lejos de ello, Stella es una adulta con experiencia en casos de asesinato, una oficial de alta jerarquía que llega a Belfast (Irlanda del Norte), a supervisar un femicidio y se da cuenta que hay otros casos vinculados por lo que sale a la caza de un asesino serial.

No me detendré en el asesino ni en la trama, sino en lo que hace de Stella parte de un selecto grupo de personajes femeninos bien construidos, fuertes y que no traen moralina, sino que son contundentes.

Gibson practica una sexualidad cuestionada por el resto, y con esto quiero decir que hombres que son colegas y jefes, y también mujeres la miran de reojo o le hacen comentarios directos con respecto a haber o no tenido sexo casual con un hombre casado, o con otro colega, infiriendo que estas cuestiones socaban su autoridad como oficial a cargo o perjudican el caso. Ella es inflexible. En su rostro notamos que le sucedió muchas veces. No se inmuta. No pide perdón, no se justifica, no se explica a sí misma. Responde. La respuesta siempre es justa y lapidaria. No deja lugar a dudas. “Eso es lo que realmente le molesta, no? La historia de una noche. Hombre coge mujer, sujeto: hombre. Verbo: coger. Objeto: Mujer. Eso está bien. Mujer coge hombre. Sujeto: Mujer. Objeto: hombre. Eso no es cómodo para usted, no es cierto?”

En el desarrollo de la investigación vemos el tratamiento con la prensa, y también las hipótesis que se plantean en el equipo de investigación. En este sentido, Gibson desarrolla una suerte de manual de estilo de comunicación a la prensa y seguimiento de lo que se publica digno de un curso de comunicación con perspectiva de género. “Los medios aman dividir a las mujeres en vírgenes y vampiros, ángeles o prostitutas. No los animemos.”

En la serie vemos casos de casi todas las violencias de género, y no solo en manos del asesino, que en su vida pública es un consejero de duelo muy comprometido con su trabajo que ayuda a una de sus pacientes a denunciar a su marido golpeador. Hay violencia física, en el caso mencionado, violencia psicológica en una espeluznante línea narrativa que une al asesino con una adolescente a la que manipula, hay violencia institucional, cuando un oficial de policía se burla de la denuncia de una de las víctimas porque ella ha bebido esa noche, violencia mediática cuando la prensa se centra en la vida privada de la investigadora, por ejemplo. Hay violencia laboral, un jefe que acosa sexualmente a la protagonista, el mismo que llora y se rasga las vestiduras ante un cura pedófilo o el mismo asesino. Y, por supuesto, la trama central, el asesino femicida. La violencia hacia la mujer en todo su umbral de posibilidades, desde la mirada burlona hasta el asesinato.

Y también está todo el entramado judicial posterior a la captura de un asesino, femicida en este caso. Vomitivo el perfil del abogado defensor, y muy interesante el de su ayudante, personaje poco desarrollado pero que muestra otra cara de la violencia de género y de lo que es desarrollar una carrera profesional para una mujer.

Un párrafo aparte merecen las charlas de Gibson con las víctimas y también con otras colegas. Otro manual de estilo de tratamiento de la víctima, y de sororidad. Pero sin golpe bajo, sin moralización. Con crudeza, y con verdad. La culpabilización de la víctima se ilustra de una manera perfecta, y al estar en su justa medida resulta más efectiva.

Una combinación extraña entre los tiempos pausados, por momentos tiempo real, que manejan los capítulos, con la excelente interpretación de Gillian Anderson y el guión que tiene pasajes impecables, hace que estemos inmersos en una atmósfera muy específica, y casi dentro de la cotidianeidad de estos personajes. Sin melodrama pero con crudeza, Gibson es una mujer profesional que ha elegido una forma de vida y que puede llevarla adelante, y también día a día paga el precio por ello; pero no se acobarda sino que apuesta por defender su derecho, y en el camino practica relaciones de cooperación y no de competencia con otras mujeres, a las que vemos que en algunos casos defiende y en otros promueve a lo largo de la serie. Como cuando se reencuentra con una agente que es suspendida para investigar las circunstancias en las que disparó a un civil: “No toda mujer tiene el espíritu combativo tan en la superficie. Es bueno que tú lo hayas tenido. Tyler podría haber matado a todos allí, incluidas tú y yo si no lo hubieras detenido. ¿Por qué no vuelves y trabajas en el cuerpo especial? (…) Elegimos trabajar en una cultura masculina, paramilitar, patriarcal. No dejemos que eso nos venza.”

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