"Lo personal es político".
Especialmente para las mujeres. Las disyuntivas por las que paso cada día entre
lo tolerable y lo intolerable, entre el deber ser que no puedo evitar, el deber
ser que ya erradiqué, el ser que pugna por salir, el que me puedo permitir
mostrar, los infinitos comos en los que se manifiestan mis expresiones, a veces
(muchas veces) contradictorias. Lo que callo por miedo, lo que callo por
automatización, lo que callo por miedo, lo que callo para mantener mis
privilegios, lo que digo, la forma en que lo digo, a quién se lo digo, bajo qué
circunstancias. La sensación en el estómago después de que callo, después de
que hablo. Después de que tolero, después de que me descompongo. El arraigo de
la paranoia en el rincón de mi mente.
La mujer de al lado. La amiga. La
familiar. La compañera de trabajo. La más joven. La mayor. La de mi generación.
La confianza. El apoyo. La desconfianza. El resquemor. No estamos todas en el
mismo lugar, y somos todas distintas. Y estamos aprendiendo. Pero sobre todo,
muchas de nosotras, desaprendiendo. Viendo, con amargura, cómo las más jóvenes
están aprendiendo lo que desaprenderán,
cuando puedan. Viendo, con alegría, cómo las más jóvenes están aprendiendo a
luchar. Como nosotras, ellas también tienen sus divisiones, sus diferencias,
sus contextos familiares, sociales, económicos que las diferencian, que nos
diferencian.
Mi lado radical, mi lado
asimilacionista. Mirarme en el espejo. Mirarme a los ojos. Mirar a los ojos de
otras. Las trampas de la coherencia. La inexistente coherencia. O la única
coherencia que a veces conocemos, que es la coherencia de sobrevivir. Hablando,
luchando, callando, evadiendo.
El dolor está en todas en algún
grado concreto, y también en algún nivel de conciencia concreto. Eso, que antes
de la conciencia, empieza en la incomodidad, en la incomprensión, en el
manantial de dudas.
La soledad, la manada, las
compañeras, las hermanas. También las que nos incomodan. Las que nos
interpelamos mutuamente. Las que no nos comprendemos. Todavía.
Lo personal es político y entonces qué. Entonces cómo acciono en ese lugar que me va a salvar ante mí misma, esta noche, de evitar mi propia mirada en el espejo. La paciencia. Con la culpa, con la caída, con la equivocación pasada, presente y futura. Con la reacción. Con la reacción que sigue teniendo que ver con la supervivencia. Esa única coherencia que soy capaz de registrar.
Entonces hoy, en la calle, o en
el patio, o en la casa. Con esa brisa de fin de verano. Una charla con otra
mujer. De lo que nos aqueja, de lo que nos problematiza, de lo que estamos
construyendo. La alegría también en la diversidad de cómo transitar este camino.
El encuentro en la palabra, en el caminar, en la lectura. La propia búsqueda de
la propia forma, pero también la búsqueda compartida de los encuentros y las
construcciones.
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