El tiempo es ese extraño amigo que no se puede medir con una sola regla, y los plazos son esos sonrientes intrigantes que se vuelven jueces. Entonces la vida, la poesía, el cotidiano de existir se superponen, se postergan entre sí, se abalanzan a otros caminos, a otros vacíos.
Vuelve Cien días cien poetas, ¿y quién puede decir realmente qué almanaque marca cien días para nosotras?
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